El pasado sábado 21 de julio vi por primera vez en mi vida una ballena varada.
Normalmente mientras estoy esperando para desayunar, me pongo a mirar por la ventana que da al mar y echo un vistazo. De repente vi una mancha negra y me quedé un poco pensativo, porque otras veces siempre me parece ver algo que luego no es. Esta vez sí era.
Se lo comenté a mi mujer —a la que le encantan los cetáceos en general, y los delfines en particular— y se puso a mirar con los prismáticos. Yo directamente me fui a por la cámara de video, que por casualidad, ese fin de semana me la había llevado a la playa.
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