Vivo en Lucena del Puerto, un pequeño pueblo al suroeste de España. Somos unos 2200 habitantes, pero durante la campaña de la recogida de la fresa y frambuesa se llega triplicar esa población.
Recuerdo que antes el negocio de la fresa era familiar. Una familia tenía un terreno donde plantaba fresas y ellos mismos la recogían. Conforme fue creciendo el negocio empezaron a contratar temporeros que venían de pueblos más desfavorecidos de otras provincias cercanas, como Cádiz y Sevilla.
Poco a poco empezaron a llegar trabajadores de Marruecos, la mayoría ilegales, pero que se sentían atraídos por unos sueldos, que aunque no muy altos, sí lo eran mucho más que en su país natal.
El negocio del cultivo de la fresa siguió aumentando, así que cada vez hacía falta más mano de obra, lo que provocó que las asociaciones de productores de fresa comenzasen a contratar trabajadores en origen en Europa del Este. Los primeros grupos que llegaron, hará unos 4 o 5 años, fueron mujeres de Polonia. ¿Pero por qué mujeres?, pues según me dijeron, porque trabajan lo mismo o más que los hombres y tienen menos problemas del tipo: «hoy no voy a trabajar porque estoy malito». El malito significa que anoche estuvo de juerga. Hoy en día sigue habiendo mayoría de mujeres, pero el número de mujeres y de hombres está más igualado.
Los grupos más numerosos por nacionalidades son sobre todo Polacos, Rumanos, otros países del este europeo, Marruecos, algunos pocos de países subsaharianos y por último españoles. Pero, ¿qué ha hecho que haya menos españoles trabajando como temporeros?, pues principalmente dos razones:
- En España cada vez vivimos mejor y queremos dejar el «trabajo duro» para que lo hagan los que vienen de fuera.
- Muchos temporeros españoles dejaban tirados a los empresarios que los contrataban.
Aclaro el segundo punto: Un trabajador, o la familia completa incluso, se comprometía a trabajar con alguien durante la temporada, se les daba de alta en la seguridad social, etc, etc… Estas personas comenzaban a trabajar y cuando ya habían cumplido con las peonadas suficientes que les garantizaba el cobro de la ayuda por desempleo (paro que le decimos aquí) durante el resto del año, no volvían a ir a trabajar y dejaban al empresario en plena campaña sin mano de obra para recoger la fresa, con lo que se perdía mucha fruta.
Otra cosa que se solía hacer, y no sé si se seguirá haciendo todavía hoy, es que trabajaban hasta que ellos calculaban que habían trabajado lo suficiente como para justificar el sueldo que le pagaba el empresario… Por ejemplo:
– Supongamos que un kilo de fresa lo vende el empresario a 1€*.
– Un trabajador cobra 30€* al día.
* Precios puestos a ojo.
Bien, pues el «listo» de turno trabajaba para recoger 30 kilos de fruta… En ese momento se paraba y decía que no trabajaba más. Por supuesto, los gastos del empresario él no los tenía en cuenta.
Pero bueno, que me voy por las ramas… volvamos a los inmigrantes… ;)
La llegada de las primeras polacas, con su estilo de vida y costumbres más liberales que los que teníamos por aquí, su físico (más altas, rubias, etc…) supuso toda una revolución en mi pueblo y en los otros freseros de los alrededores como Moguer y Palos de la Frontera… Aquel debió ser el año en el que más matrimonios y noviazgos se rompieron por esta zona… Y muchos otros no se rompieron porque muchas mujeres saben llevar los cuernos con mucho orgullo, si no, no se explica.
Como decía, el primer año se vivían situaciones muy curiosas a las que no estábamos acostumbrados en un pueblo tan pequeño… como por ejemplo:
- Las mujeres, incluso las que no tenían novios/maridos, culpaban a las polacas de que los hombres les estuvieran poniendo los cuernos a sus novias/mujeres. Creo que en Palos de la Frontera incluso llegaron a crear una plataforma con lo que pretendían conseguir que no trajesen mujeres a trabajar, sólo hombres. Sobra decir que no lo consiguieron… :D
- Se inventó el término «irse de polaqueo», que quiere decir «irte de juerga con polacas»… Esto tiene bastantes adeptos porque por regla general son más divertidas de juerga que las españolas, o al menos que las españolas de aquí, y además también hay un porcentaje más elevado de posibilidades de enrrollarse con ellas.
- A mi llegaron a preguntarme: «¿Tienes polaca?. Porque si todavía no la tienes te busco una en un momento». Porque por supuesto, en esos momentos para ser un machote tenías que tener a tu novia y a «tu polaca» de amante.
- Llegué a ver un grupo de polacas corriendo y llorando intentando esconderse de un coche que iba a toda pastilla por las calles del pueblo. Luego me enteré que ese grupo estaba siendo extorsionado por los del coche.
- He llegado a cruzar el pueblo de una punta a otra sin cruzarme con NI UN SOLO ESPAÑOL. :D
Bueno, todavía se dan estas situaciones pero mucho menos. Será que estamos más acostumbrados. :)
Otro tema que ha revolucionado al pueblo con la llegada de inmigrantes, sobre todo las polacas, ha sido lo que yo llamo «Labor Social», es decir, ¿en qué pueblo no existen lo que todos llamamos «los solterones y solteronas»?. Son esas personas de treinta y muchos años para arriba y que bien por no ser muy agraciados físicamente, por ser raros (respecto a lo que en el pueblo se considera normal), tímidos, o cualquier otra estúpida razón se les marca desde que son pequeños y luego cuando son mayores nadie quiere salir con el raro/a.
Bien, pues esta gente ha encontrado en los inmigrantes a personas que símplemente se sientan con ellos a tomar un café o unas copas, salen por ahí, se divierten y les están dando una nueva vida. No es ninguna tontería, esto ha ayudado a muchas personas psicológicamente a no sentirse como un bicho raro. Muchos de ellos ya están casados y con hijos; y aunque algunos puedan llegar a pensar que hay inmigrantes que lo hacen para conseguir la nacionalidad y tener una vida mejor que en su país, yo todavía no conozco a nadie de esos que se haya divorciado.
Hoy en día hay muchos matrimonios de gente del pueblo con inmigrantes, pero ahora que lo pienso yo sólo conozco hombres del pueblo con mujeres polacas, no hay ninguna mujer casada con un inmigrante que yo sepa. Aquí, aunque a las madres de los chicos no les gusta que salgan con chicas inmigrantes (el miedo a lo desconocido, aunque cada vez menos), cuando ocurre lo toleran mucho más que si su hija saliese con un chico inmigrante… Una forma de machismo promovida por la mujer, pero vamos, supongo que esto irá cambiando con el tiempo.
Ahora, además de que cada vez la temporada de plantación y recolección dura más, hay muchos más inmigrantes que ya no viven aquí sólo durante la temporada, si no que prolongan su estancia y se quedan todo el año. Sin duda la ampliación de la Unión Europea ha hecho que esto vaya en aumento al poder residir aquí tranquilamente como ciudadanos de la Unión y totalmente integrados… Lo último que me ha llamado la atención ha sido ahora en Semana Santa, en la que he podido ver a un rumano cantándole lo que supongo que era alguna canción típica de estas fechas en Rumanía a una imagen de Cristo, justo antes de que alguien le cantase una saeta (acepción 5).
Sin duda el tema de la inmigración tiene sus pros y sus contras, pero sí que es cierto que al menos en mi pueblo está ayudando a mucha gente a ser más tolerantes, comprensivos y abiertos de mente con otras culturas, aunque haya excepciones, porque en todas partes cuecen habas.