El otro día tuve el placer de tener en mi casa arreglando las placas solares a un verdadero profesional; uno de esos que realmente saben lo que están haciendo, porqué se rompen las cosas y qué hacer para repararlas de la mejor forma posible. En un tiempo en el que ya me he acostumbrado a chapuceros de tres al cuarto en cualquier tipo de servicios, conocer y contratar a alguien así es una maravilla.
Se llama Miguel y lo conocí porque le hizo la instalación de placas solares a David. Como quedó bastante contento, le dije que me pasase su teléfono porque tenía un problema con las tuberías de mis placas solares.
Lo llamé por teléfono, le expliqué el tema por encima, le mandé por correo electrónico las fotos del problema y me dijo que a las 16:00 estaría en mi casa para arreglarlo. Vino un poco más tarde de esa hora, pero al menos avisó. Esto ya es raro :-)
Pero a lo que iba. Mientras arreglaba el problema me contó que es ingeniero y está desarrollando su propio sistema de placas solares térmicas. Se ve que es una de esas personas entusiasmadas con su trabajo, que disfruta contándote cómo funciona todo, que trabaja en ello para ver los problemas que tienen las instalaciones actuales y así poder aplicarles solución en su proyecto. No es el típico tío que compra el kit para instalártelo y conecta 4 tubos.
Mientras él seguía explicándome porqué tenía que cambiar el ánodo de sacrificio, y yo le respondía que nadie me había dicho nada de mantenimiento, me dijo algo que me llamó la atención: «Es una pena, pero no lo suelen decir. Y es que a mi me interesa que mis competidores trabajen bien; eso me favorece». No sé, me recordó mucho a la filosofía del software libre. Creo que ha sido la única persona fuera del mundo de la informática a la que le he oído decir algo así.